El 11 de noviembre de 2018 la policía se dirigió hacia la quebrada Bellavista, ubicada junto a la calle Bosmediano y el pasaje Baquero, al norte de Quito, en Ecuador. Allí, el acusado por la desaparición de una joven aseguraba que había arrojado su cuerpo.
El hallazgo terminó con cuatro fragmentos óseos y algunos dientes. Los análisis forenses arrojaron que dos de estas piezas, una cabeza de fémur y un diente, correspondían con el cuerpo de una mujer mayor de edad. Por el desgaste, se pudo establecer que llevaban entre seis y ocho años enterrados, lo cual coincidía con la fecha de desaparición de aquella chica de 19 años que había salido de su casa casi 7 años atrás y nunca volvió.
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