A finales de noviembre de 1956, el excéntrico millonario de origen inglés Cameron Risby encontró la muerte de una manera horrenda; lo tundieron con saña inaudita y le destrozaron el cráneo, causándole una muerte dolorosa y agónica en su propia cama entre sus sábanas blancas teñidas de rojo al cabo del asesinato.
Las autoridades se dieron cita en la sórdida escena del crimen y comenzaron con las indagatorias, las cuales tomaron un curso misterioso, en primera instancia, por las circunstancias del homicidio y, en segunda razón, porque al recabar información, se descubrió quizás una red de pornografía entre hombres mayores y jovencitos.
La investigación se fue enfriando con el paso de las semanas, no por falta de evidencias o sospechosos, sino porque quizás no se quiso llegar a aguas profundas y sacar a la luz un asunto incluso más deleznable.
Puedes conocer más de este y otros casos en los Archivos secretos de La Prensa.
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