Su desaparición no pasó desapercibida, pues cuando salió de su casa en julio de 1937, Luis Toledo llevaba un portafolio lleno de dinero. Su cuerpo apareció un mes después; le faltaba un brazo, así como el dinero.
Hubo varias teorías respecto a su ausencia, incluso que corrió la misma suerte que una rubia a quien habían sacado una semana antes. Se planteó la hipótesis de que su esposa junto con su amante tramaron la muerte del cobrador, pero un giro inesperado dejaría en suspenso la suerte del par de homicidas.
Puedes conocer más de este y otros casos en los Archivos secretos de La Prensa.
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