A finales de octubre de 1995, la mujer que había sido administradora de las boutiques de Selena fue condenada a cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional tras 30 años, por un jurado en EEUU, mismo que consideró que actuó con premeditación en el asesinato y desechó la idea de que se trató de un accidente, como ella argumentó en su defensa.
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