El pastor Otis Vernell viajó de Filipinas a Tijuana para huir de la justicia. Ahora se ha refugiado en una iglesia ubicada a una calle de la frontera. Es un templo improvisado habitado por migrantes y ex pandilleros. Escucha atento la misa sin saber que entre los feligreses hay varios agentes infiltrados. Los Cazagringos lo tienen claro: Dios perdona, ellos no.
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