¡Ya te dije, es un lugar sagrado!- -¡Ay no me vengas con esas cosas!- -Pues mira, tú sabes, si quieres recuperar la fe, tienes que ir- La calle era larga y oscura, a lo lejos entre un par de arboles tintineaba una lámpara que sobrevivía para iluminar el templo que Luisito me había recomendado con desmedida contundencia.