La casa estaba envuelta en un silencio sepulcral. El aroma del alcohol y el perfume de mujer que se mezclaban en el aire, evidenciaron la tempestuosa noche pasada.
Ahora era el momento de enfrentar los hechos, luego de aquella alocada fiesta en la que todos se entregaron al llamado de sus propias ansias. Catalina mantiene su serio semblante y el temor aflora en los chicos al verla. ¿Serán capaces de resistir la verdad a la que se deben enfrentar? Sobre todo, al saber que han cruzado la línea de los placeres prohibidos.