El libro de Josué nos alienta en esos momentos de crisis en los que sentimos que nos quedamos sin oxígeno, recordándonos que Dios nos tiene reservada una “Tierra Prometida”. Pero nuestro Canaán no representa el cielo, sino a la vida que podemos vivir ahora. Cuando entregamos nuestro corazón a Cristo, ya tenemos todo lo necesario para ser lo que Dios desea para cada uno de nosotros. La conversión es más que la remoción de pecado; es un depósito de poder porque ¡Compartimos la misma herencia de Cristo! Todo lo que debemos hacer para entrar en nuestra Tierra Prometida es caminar en fe por la vida, tomados de Su mano.