Hace una semana
Querido Dios... agrandé al bebé
Podemos tener la mejor teología del mundo, pero si no la vivimos, si no sabemos amar, la doctrina no sirve para nada. Recordemos que el Rey es una persona; no es un libro que colocamos sobre la mesa, sino alguien que vive en nuestro interior. Cuando estamos vivos espiritualmente, crecemos en amor, en gozo, en paz, en paciencia, en benignidad y en todas las virtudes. Dejamos de ser bebés espirituales y nos volvemos mejores cónyuges, empleados responsables, padres más pacientes y personas más generosas. Ese es el fruto natural del crecimiento espiritual, ¡y no hace falta ningún esfuerzo de nuestra parte para producirlo!