En esta ocasión la reflexión gira en torno a vencer la vanidad cotidiana que se basa en el absurdo de buscar la felicidad en el acumular , comprar y poseer, al darnos cuenta que la verdadera riqueza se encuentra en el Amor de Dios, compartido con los hermanos y la ayuda brindada. Si no acumulamos para nosotros mismos nuestra vida por Gracia de Dios se ve llena de abundancia
Solo vale la pena atesorar riquezas espirituales en el orden de Dios