Desde hace varios años, la comunidad médica y científica debate sobre si el llamado bisfenol A (BFA) es tóxico para el ser humano. En la década de los años 50, se descubrió que el bisfenol A podía ser usado para fabricar policarbonato –el plástico de muchas botellas de agua mineral y vasos transparentes, equipamiento deportivo, instrumental médico y dental, CDs y DVDs. En la actualidad se utilizan 3,6 millones de toneladas de BFA cada año para manufacturar estos y otros productos. Todos estamos expuestos a un mayor o menor nivel de BFA, sin que seamos conscientes de ello. Ahora se ha descubierto que el bisfenol A modifica químicamente algunos genes importantes.