Numerosos estudios han demostrado que es tan rico como el de los humanos y que varía dependiendo del entorno y las circunstancias en las que se encuentren. Es más, nuestras consonantes podrían proceder de la vida arbórea de nuestro antepasado común. Se comunican de una manera distinta a la humana, pero con un lenguaje muy elaborado.
En los años sesenta y setenta del siglo pasado, el interés por descubrir nuestros orígenes en África estaba en pleno apogeo. Destacaban especialmente Louis y Mary Leakey, que trabajaban en Olduvai.
A Louis se le ocurrió que una buena forma de conocer el origen del ser humano y la vida del antepasado común de los simios era estudiar a los otros grandes simios de cerca. Creía, también, que las mujeres tendrían más capacidad de empatizar con los animales y de ganarse su confianza.
Envió a Jane Goodall a estudiar a los chimpancés de Gombe (Tanzania).
La definición del ser humano tuvo que cambiar porque lo que nos distinguía de otros animales, fabricar y usar herramientas, resultó que ya no era exclusivo de los humanos. Jane había observado a los chimpancés partiendo palos que lue- go introducían en nidos de termitas para alimentarse.
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Texto: Virginia Mendoza Benavente
Dirección, locución y producción: Iván Patxi Gómez Gallego @ivanpatxi
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