En el libro fundacional del rosacrucismo, la llamada “Fama Fraternitatis” o Primer Manifiesto se dice lo siguiente: en el año 1604, el mismo año en el que Kepler descubrió dos nuevas estrellas en las constelaciones Serpentario y Cygnus, uno de los Hermanos Rosacruces, el Frater N.N. –que era arquitecto– estaba trabajando en la Casa del Espíritu Santo de la Hermandad Rosacruz en Alemania cuando, al quitar un clavo de una de las paredes se cayó parte de la mampostería. Lo interesante del hecho es que N.N. encontró que –detrás de la pared– había un pasaje secreto con una puerta escondida.
Al quitar el revestimiento, descubrió con sorpresa la siguiente inscripción: “Me abriré dentro de 120 años”.
Al avanzar por ese pasillo secreto, N.N. y otros Hermanos Rosacruces que lo acompañaron, encontraron la tumba de Christian Rosenkreutz, la cual estaba iluminada por una lámpara perenne que colgaba del techo, en el centro de una bóveda de siete lados, la cual tenía varias decoraciones simbólicas.