En el pueblo de El Liberal, municipio de Teloloapan, en el estado de Guerrero, vivía un señor llamado Otoniel. Este era un campesino que se dedicaba a la siembra de maíz, calabaza y frijol y a cuidar unas pocas cabezas de ganado vacuno y caprino que tenía.
En una ocasión, cuando estaba arando su tierra para sembrar, vio que algo brillaba con el sol. Era un gusano de oro puro, de unos treinta centímetros de largo aproximadamente. Pero este gusano estaba vivo, y caminaba arrastrándose por el suelo.
El campesino lo tomó entre sus manos y en ese instante oyó en su mente una voz que le decía: "vamos a hacer un trato, si tú me llevas a tu casa y me tratas bien, dándome de comer lo que yo te pida, entonces yo, en agradecimiento, voy a hacer del baño, pero todo lo que haga no será excremento, sino que serán monedas de oro puro".
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